Descripción
Preta velha Mãe Benta
- Tamaño : 19*7*9 cm
- Peso : 505 gr
Una mujer negra esbelta, de sonrisa astuta y conquistadora, con vaivén insinuante, caminaba por la casa dejando en el aire el olor a albahaca.
Tarareando, siempre coqueto, despertaba el deseo tanto de negros como de blancos. No pasó desapercibido a la mirada del jefe, un hombrecito cuyos dones de belleza también conmovieron a esa negrita.
Y así, después de la primera vez, era inevitable que todas las noches la buscara en el cuartel de los esclavos. No fue solo un deseo.
Además del cuerpo que ardía al verla, su corazón estaba enredado con un sentimiento que insistía en negar.
Fueron años de encuentros furtivos, que la señorita fingió no ver.
Y también hubo muchos abortos, habiéndola desencarnado al realizar uno de ellos.
Renacería, muy poco después, en el mismo lugar. Sick Negrinha, que sobrevivió a la muerte de su madre durante el parto. Muy pronto aprendió a bendecir y había un curandero negro.
Como partera obligada, no tuvo tiempo de asistir, hasta el día en que, para salvar a una esclava de las manos del capataz, la golpearon en la espalda y la dejaron lisiada.
Caminó por el resto de su vida agachado, con un dolor severo, pero eso no le impidió salvar vidas. Desencarnado ciego y arqueado, pero feliz.
Pero había mucho que pagar en la contabilidad del Cielo.
Así que se unió a las bandas de Aruanda y, como una anciana negra, bajó a la corteza para ayudar a curar y asesorar a la gente.
Necesitaba un dispositivo cuyo compromiso se adaptara a sus energías, para que juntos pudieran aprender que es curando las heridas de otros como las nuestras se curan.
Con una rama verde en la mano y mucho amor en el corazón, la abuela Benta visita su pequeño dispositivo, bajando la espalda y transfiriendo parte del dolor que sentía en su carne para que sepa que la humildad es necesaria.
Su delantal blanco, al final de la obra, siempre está lleno de nudos, que ella hace para deshacer los que le traen los hijos de la fe.
Al final de la noche, se une a los hermanos y regresa a Aruanda, hasta que la próxima luna la mece nuevamente, cantando
Preta velha Mãe Benta
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